A toda la Comunidad de Santa María del Espíritu Santo.

Queridos hermanos, en este 7 de abril de 2020, tan especial, quería unirme a ustedes en oración y en afecto fraterno.
Hoy no podremos encontrarnos en la Plaza, pero hoy la Plaza se expande por espacios nuevos e impensados. Hoy la plaza se vuelve verdaderamente misionera. Allí donde la cuarentena nos encuentre, allí está la Plaza y en ella Santa María del Espíritu Santo acompañándonos.
En cada hogar, cada hospital, cada comedor comunitario, cada centro asistencial… Allí está presente Santa María acompañando a sus hijos: A los que sirven y a los que son servidos. Una Madre siempre está presente, nunca nos abandona, como a los apóstoles en aquel primer cenáculo de Pentecostés.
El primer cenáculo en Jerusalén fue un lugar físico repleto de significado y sentimientos. La tentación era permanecer encerrados allí, seguros y cómodos, pero los apóstoles salieron para andar los caminos y replicar nuevos cenáculos por el mundo. La Iglesia se hacía misionera y universal.
Hoy, que no podemos reunirnos en la Plaza, como los apóstoles, estamos llamados a replicar nuevos cenáculos. El lugar es lo de menos, la presencia de Santa María y de su Hijo en medio nuestro es lo que hace del espacio más humilde un verdadero Cenáculo, el mundo necesita ser rescatado por el Amor de los amores.
Les envío mi bendición y me encomiendo a la oración de ustedes en Santa María y Jesucristo Nuestro Señor Amado.

P. Ricardo Montiel